POR JAVIER BONET
@jabonetprensa

En nuestra historia de hoy vamos a contar como surgieron las carreras de bicicletas en Argentina. Sus raíces se remontan al siglo XIX, cuando la bicicleta emergió como un símbolo de modernidad y progreso en todo el mundo. Este medio de transporte, inicialmente un lujo reservado para unos pocos privilegiados, pronto se convirtió en un fenómeno de masas, y Argentina no fue una excepción. A medida que las bicicletas se volvieron más accesibles, surgió un fervor por las carreras que capturó a la nación.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la bicicleta se consolidó como un medio de transporte popular en Argentina, especialmente en las ciudades más grandes como Buenos Aires y Rosario. Sin embargo, su creciente popularidad no se limitaba al ámbito del transporte; las bicicletas también se convirtieron en una forma de entretenimiento y competición. Las carreras de bicicletas, inicialmente organizadas de manera informal en calles y parques, pronto adquirieron una estructura más formal y atrajeron a competidores y espectadores por igual.


El auge de las carreras de bicicletas trajo consigo la construcción de velódromos, instalaciones específicamente diseñadas para albergar eventos ciclistas. Uno de los primeros y más emblemáticos velódromos argentinos fue el Velódromo de Palermo, inaugurado en Buenos Aires en 1898. Este magnífico edificio se convirtió en el epicentro de la escena ciclista argentina y acogió numerosos eventos de renombre nacional e internacional.

Las carreras de bicicletas no solo se limitaban a los hombres; las mujeres también participaban activamente en este emocionante deporte. A pesar de las restricciones sociales de la época, las mujeres argentinas desafiaron las normas de género y se destacaron en las competiciones ciclistas, contribuyendo así a la diversidad y la inclusión en este deporte en evolución.


A medida que las carreras de bicicletas ganaban popularidad, también surgían figuras destacadas en la escena ciclista argentina. Ciclistas como Juan Zanazzi y Luis Pereyra se convirtieron en ídolos locales, ganando numerosos campeonatos y cautivando a las multitudes con su destreza en la pista. Sus hazañas deportivas no solo inspiraron a una generación de ciclistas argentinos, sino que también contribuyeron al crecimiento continuo del deporte en el país.
De aquella primera carrera que se tiene registro aquel 31 de mayo de 1868 en un pequeño circuito de 1.200 metros en el parque de Saint-Cloud, a las afueras de París, en la que participaron 7 ciclistas y fue ganada por el expatriado británico James Moore con una bicicleta de madera de piñón fijo y ruedas de hierro, hasta hoy hay muchas historias para contar.
El auge de las carreras de bicicletas en Argentina no estuvo exento de desafíos. A lo largo de su historia, el deporte ha enfrentado obstáculos políticos, económicos y sociales que han amenazado su existencia.
En la actualidad, las carreras de bicicletas continúan siendo una parte integral del paisaje deportivo argentino. Desde las competiciones de pista en velódromos hasta las emocionantes carreras de ruta a través de hermosos paisajes, el ciclismo sigue siendo un deporte amado y admirado por millones en Argentina. Además, con el surgimiento del ciclismo de montaña y otras disciplinas, el deporte ha experimentado una diversificación que refleja la creciente pasión de la población por el ciclismo en todas sus formas.


En nuestro escrito de hoy sólo mostramos una pequeña introducción sobre esta pasión, en historias futuras contaremos las carreras en Argentina y el mundo.
