POR JAVIER BONET
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En nuestra historia de hoy vamos a contar sólo un poco de la carrera de un boxeador nacido en nuestra provincia y que deslumbró en el universo del boxeo, donde nombres como el suyo permanecerán por siempre en la memoria colectiva. Nuestro invitado de hoy es Pascual Pérez. Este boxeador nacido en la provincia de Mendoza aquel 4 de mayo de 1926 se destacó como una figura de excepcional relevancia en el deporte de los guantes. Considerado uno de los más grandes boxeadores en la categoría de peso mosca, Pérez no solo dejó una huella imborrable en el ring, sino que también se convirtió en un símbolo de orgullo para el deporte argentino.
Pascual creció en un entorno humilde más precisamente en una familia de viñateros que poco presagiaba la grandeza que alcanzaría en el mundo del boxeo. Desde muy joven comenzó a destacarse y fue en 1942, a la edad de 16 años cuando se inicia en la práctica en el Deportivo Rodeo de la Cruz, dirigido por Felipe Segura, mostrando desde un primer momento una gran habilidad y un puño muy fuerte, inusual en boxeadores de pesos livianos. Aunque era zurdo asumía con naturalidad la posición de un diestro sin problemas.
Debutó como amateur en enero de 1944 y como tal disputaría 125 combates ganando 16 campeonatos, incluyendo la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Londres en 1948 con apenas 22 años. El primer torneo que ganó fue el Campeonato Mendocino de Novicios, en marzo de 1944, apenas dos meses después de su debut. Ese mismo año, la Federación Mendocina de Boxeo, debió pagarle a su papá para contratar a un peón que pudiera reemplazar a Pérez en la viña, como condición para otorgarle la autorización legal exigida por las reglas del boxeo ya que Pascual era menor de edad. Sus padres mantuvieron una actitud reticente ante su afición por el boxeo, y éste llegó a inscribirse con el nombre de Pablo Pérez para no ser descubierto.
En 1946 y 1947, Pascual Pérez ganó los campeonatos mendocino, argentino y latinoamericano, lo que finalmente le abriría la puerta para representar al país en los Juegos Olímpicos. Pérez realizó su carrera profesional dirigido por Lázaro Koci, quien fue un factor fundamental en la reorganización del boxeo profesional en la Argentina.
El título mundial llegó cuando Pascual Pérez y Yoshio Shirai se enfrentaron aquel 26 de noviembre de 1954 en Tokio, a 15 asaltos, como era norma en las peleas por títulos mundiales en aquel entonces. El argentino venció al japonés por puntos con amplitud, en decisión unánime, luego de haberlo tirado en el segundo asalto y nuevamente en el 12, en el que el campeón se retiró a su rincón casi grogui. En el asalto 13, Pérez volvió a castigar duramente a Shirai, que estuvo al borde del nocaut. Al finalizar la pelea, el puntaje reflejó por unanimidad una amplia diferencia a favor del argentino.
Pérez y Shirai volvieron a enfrentarse el 30 de mayo de 1955, en la primera defensa del título y nuevamente en Tokio, venciendo esta vez el argentino por nocaut en el quinto asalto, cuando ya tenía una amplia ventaja en las tarjetas Esta victoria no solo marcó el inicio de una era dorada para el boxeo argentino, sino que también consolidó a Pérez como una leyenda del deporte. En los siguientes seis años Pérez realizó 30 combates, pero solo ocho de ellos fueron defensas del título y uno, un intento por reconquistarlo.
El éxito de Pascual Pérez en el ring fue acompañado por su carisma y humildad fuera de él. Se mantuvo cercano a sus raíces y siempre mostró una profunda gratitud hacia sus seguidores y su familia. Murió joven, a los 50 años de edad, el 22 de enero de 1977.
Después de una carrera exitosa y de victorias inolvidables, Pérez será por siempre una gran influencia en el deporte y su legado inspiró a generaciones de boxeadores argentinos y de todo el mundo. Su impacto en el boxeo argentino fue tal que muchos lo consideran como uno de los pioneros que ayudó a colocar al país en el mapa del boxeo internacional.