POR JAVIER BONET
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En nuestra historia de hoy vamos a hablar de una estrella del tenis masculino en Argentina de todos los tiempos, Guillermo Vilas. Una de las figuras más emblemáticas del deporte blanco, nació el 17 de agosto de 1952 en Buenos Aires. Su legado en el deporte no solo se limita a su talento excepcional en la cancha, sino que también representa un capítulo crucial en la historia del tenis en América Latina. A lo largo de su carrera, Vilas se destacó por su tenacidad, su estilo de juego agresivo y su inquebrantable pasión por el tenis, lo que lo convirtió en un ícono.
Desde una edad temprana, Vilas mostró un talento prometedor para el tenis. Comenzó a jugar en canchas de tierra batida, que se convertirían en su superficie favorita y donde logró sus mayores éxitos. A los once años comenzó a ser entrenado por el profesor Felipe Locicero. Las extensas jornadas de entrenamiento rindieron sus frutos en poco tiempo. En 1963, Guillermo ganó su primera medalla en el torneo interno del Club Náutico, siendo derrotado en la final. A los 14 años, ya era considerado un prodigio, y su habilidad le abrió las puertas para competir en torneos locales.
Vilas dio el salto al circuito profesional. Su estilo de juego, basado en un potente golpe de zurda y un sólido juego de fondo, lo llevó a competir contra los mejores tenistas del mundo. Su primer certamen lo ganó en 1973 en su tierra natal, Buenos Aires, derrotando a Bjorn Borg por abandono del sueco tras una caída. Borg fue siempre su el rival más difícil y más motivante para Guillermo Sin embargo, no fue hasta mediados de los años 70 que realmente comenzó a destacar en los torneos internacionales.
Es el tenista que posee el récord de mayor número de victorias en una sola temporada con 130 partidos ganados en 1977; además de poseer el récord de mayor cantidad de títulos ganados (16 títulos) en una sola temporada (1977).
Además es el único tenista en tener el récord de mayor número de partidos ganados de forma consecutiva con 46 partidos. Fue ganador de 62 torneos de ATP, 4 de los cuales fueron torneos de Grand Slam: triunfó en Roland Garros, en el Abierto de Estados Unidos, el Abierto de Australia en 1978 y 79, además del Masters 1974 y seis Grand Prix Championship (actualmente Masters 1000) entre tantos otros grandes triunfos.
Estos triunfos le dieron a Willy un lugar en la historia del tenis nacional y mundial y que lo coloca entre los tenistas más exitosos de todos los tiempos. El juego de Vilas era una mezcla de potencia y estrategia. Su capacidad para leer a los oponentes y anticipar sus movimientos le otorgaba una ventaja crucial en momentos decisivos. Además, su famoso “top spin” en la derecha, característico de su juego en tierra batida, se convirtió en su firma.
Uno de los aspectos más fascinantes de la carrera de Vilas fue su intensa rivalidad con el sueco Björn Borg. Ambos jugadores se encontraron en varias ocasiones en grandes torneos, creando una de las rivalidades más emocionantes en la historia del tenis. Sus enfrentamientos, especialmente en Roland Garros y el Abierto de Estados Unidos, fueron épicos y atrajeron la atención de miles de fanáticos.
El legado de Guillermo Vilas trasciende sus títulos y victorias. Es considerado un pionero del tenis argentino, abriendo el camino para futuros jugadores como Gabriela Sabatini, Juan Martín del Potro y, más recientemente, Diego Schwartzman. Su influencia se siente en cada rincón del país, donde el tenis ha crecido enormemente como resultado de su éxito.
Además, Vilas ha sido un ferviente defensor de los derechos de los jugadores en el circuito profesional. Su experiencia y conocimiento han contribuido a la evolución del tenis, abogando por un sistema más justo y equitativo para todos los competidores. Guillermo Vilas no sólo es un campeón en la cancha, sino un verdadero embajador del tenis. Su pasión y dedicación han dejado una huella indeleble en la historia del deporte y en el corazón de millones de fanáticos. En un mundo donde el deporte profesional se centra en la fama y el éxito inmediato, la historia de Vilas destaca como un testimonio del poder del trabajo.