“EL DEMOLEDOR”    

DEPORTE CON HISTORIA PORTAL DEL PERIODISTA

POR JAVIER BONET

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En nuestra historia de hoy vamos a hablar de uno de los nombres grandes en la historia del boxeo argentino, su nombre propio Carlos Monzón. Su ascenso meteórico al estrellato y su dominio indiscutido en la categoría de los medianos lo catapultaron a la fama, convirtiéndolo en una leyenda deportiva. Con una carrera llena de éxitos, pero también de controversias, Monzón sigue siendo un referente y un emblema del boxeo.

Carlos Monzón nació el 7 de agosto de 1942 en la ciudad de San Javier, en la provincia de Santa Fe, Argentina. Creció en un entorno humilde, con dificultades económicas y familiares. En 1950 su familia, jaqueada por la pobreza, decidió mudarse de su ciudad natal emigrando a la ciudad de Santa Fé, afincándose en el populoso barrio Barranquitas. Cuando se encontraba en el tercer grado de la educación primaria, abandonó los estudios para comenzar a trabajar y colaborar con el sustento familiar. A pesar de las adversidades, encontró en el boxeo una forma de escapar de su realidad y un medio para ganarse la vida.Su carrera comenzó a una edad temprana, su estilo se caracterizaba por ser agresivo, implacable, con una defensa sólida y una pegada muy potente.

Su primer combate en esta categoría fue el 2 de octubre de 1959 y el último, antes de hacerse profesional, el 12 de diciembre de 1962 como boxeador de peso medio. Su principal entrenador fue Amilcar Brusa. Cuando lo conoció, tenía siete peleas como aficionado y había perdido dos; con don Amílcar hizo ochenta peleas más como amateur. Su físico, alto para la categoría de peso medio (más de 1,80 m de estatura), le otorgó una ventaja sobre muchos de sus rivales, y su enfoque estratégico en el ring le permitió dominar la división durante algunos años.

El 6 de febrero de 1963 hizo su debut como profesional, al enfrentarse a Ramón Montenegro, a quien derrotó por nocaut. El 1 de febrero de 1966 fue coronado campeón de peso mediano de su provincia, Santa Fe, y el 3 de septiembre del mismo año ganó su pelea en el famoso estadio Luna Park contra Jorge Fernández,​ obteniendo el título de campeón argentino de peso mediano. Esto hizo que el mánager Juan Carlos Lecture se fijara en él y comenzara a organizar eventos internacionales para foguearlo. En 1970, el campeonato Sudamericano de los Medianos le abrió las puertas a disputar el cetro mundial.

Monzón alcanzó la cima del boxeo en 1970, cuando se consagró campeón mundial en la categoría mediano de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Fue una victoria decisiva en su carrera que le permitió llegar a la élite del boxeo mundial. Derrotó a Nino Benvenuti en una pelea que sería el principio de su reinado en la categoría, convirtiéndose en el hombre a batir en los siguientes años.

Con su triunfo, Monzón se convirtió en campeón mundial de peso medio, título que retuvo durante siete años consecutivos, una racha histórica que lo hace único en la historia del boxeo argentino. Durante su reinado, Monzón defendió su título en 14 ocasiones, enfrentando a algunos de los mejores boxeadores de su época. Entre sus rivales más destacados se encuentran nombres como el de José “Mantequilla” Nápoles. Su estilo de pelea, basado en el uso de la distancia, un juego de piernas imponente y una enorme capacidad de resistencia, le permitió superar a todos sus oponentes y mantener su cinturón durante tantos años.

En 1980 recibió el Premio Konex de Platino como el mejor boxeador de la historia en Argentina. También tuvo un paso por el cine como actor filmando algunas películas tanto en Argentina como en Italia. A su retiro tenía el récord de cien peleas como profesional, con ochenta y siete ganadas (cincuenta y nueve antes del límite), nueve empates, solo tres derrotas y una sin decisión.

Monzón sigue siendo considerado uno de los mejores boxeadores de la historia. En 1995, fue incluido en el Salón Internacional de la Fama del Boxeo en reconocimiento a su impresionante carrera. Su influencia en el boxeo argentino es incuestionable y abrió el camino para generaciones de atletas que, como él, soñaban con llegar a lo más alto.

Falleció el 8 de marzo de 1995 a los 52 años en un accidente automovilístico cuando cumplía con sus salidas transitorias de su condena por el asesinato de su esposa. Fue sepultado al día siguiente de su muerte en el cementerio municipal de Santa Fe, con la concurrencia de casi sesenta mil personas.