EL MÍTICO LUNA     

DEPORTE CON HISTORIA PORTAL DEL PERIODISTA

POR JAVIER BONET

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En nuestra historia de hoy vamos a hablar de uno de los escenarios del deporte más famosos de nuestro país. Ubicado en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires, donde convergen la historia, la cultura y la pasión argentina, se alza un edificio que ha sido testigo de algunos de los momentos más significativos del siglo XX y XXI: el Luna Park. Con casi 90 años de existencia, este estadio no es sólo un espacio físico, sino un verdadero símbolo de la identidad porteña. Desde peleas de boxeo memorables hasta conciertos inolvidables, el Luna Park ha sabido reinventarse y mantenerse vigente como uno de los grandes epicentros del entretenimiento en Argentina.

Inaugurado oficialmente el 5 de marzo de 1932 por Ismael Pace y José Lectoure, nació como un estadio dedicado principalmente al boxeo. Su nombre proviene de un parque de diversiones homónimo que existía en la Costanera Sur, destruido por un incendio. El nuevo “Luna Park” tomó ese legado lúdico y lo trasladó a un coliseo cubierto en el microcentro porteño, en la intersección de Bouchard y Corrientes.

Desde sus inicios, fue mucho más que un estadio deportivo. Su historia está entrelazada con los grandes eventos del país. Uno de los episodios más recordados es el multitudinario acto del 22 de enero de 1944, cuando un joven Juan Domingo Perón conoció a la actriz Eva Duarte durante un evento benéfico organizado por la Fundación Ayuda Social. Aquel encuentro marcaría para siempre la historia política de la Argentina.

Durante décadas, el Luna Park fue la “catedral del boxeo argentino”. Allí pelearon grandes ídolos del deporte nacional como José María Gatica, Pascual Pérez, Ringo Bonavena y Carlos Monzón. Las noches de combate eran verdaderos eventos sociales que atraían multitudes, y no sólo de fanáticos del deporte: políticos, artistas y figuras del espectáculo llenaban sus butacas.

El estadio contaba con una infraestructura privilegiada para la época: una capacidad para más de 10.000 personas y una acústica que lo hacía ideal tanto para los deportes como para los espectáculos musicales. Su versatilidad fue una de las claves para mantenerse vigente.

Si bien el boxeo fue su marca registrada durante muchos años, el Luna Park logró una extraordinaria apertura hacia otros ámbitos culturales. En los años 60 y 70, comenzó a convertirse en una plaza codiciada por artistas nacionales e internacionales. Por su escenario pasaron desde Carlos Gardel —quien ofreció una de sus últimas presentaciones en vivo antes de su trágica muerte— hasta artistas como Louis Armstrong, Frank Sinatra, Mercedes Sosa y Charly García.

Uno de los hitos más memorables en la historia musical del Luna fue el regreso de Sandro en los años 90, cuando el “Gitano” logró llenar el estadio durante semanas, con un público fiel que lo ovacionaba cada noche. También se recuerda el legendario recital de Serú Girán en 1981, y las múltiples presentaciones de artistas internacionales como Deep Purple, Kiss o The Wailers.

Más allá de la música, el Luna Park también ha sido sede de eventos religiosos, como las históricas visitas del Papa Juan Pablo II en 1987 o las campañas de evangelización del pastor Luis Palau. Incluso fue escenario de festivales de tango, obras teatrales y congresos empresariales. Sin olvidar un suceso sin precedentes como fue la fiesta de casamiento de Diego Armando Maradona. En 1980 recibió una Mención Especial de los Premios Konex por su importante contribución al deporte argentino. En febrero de 2007, a través del decreto 123/07 fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Con el paso del tiempo, fue adaptándose para los nuevos desafíos. A mediados de los años 2000, la familia Lectoure vendió el estadio a la Iglesia Católica, quedando bajo la administración compartida entre Cáritas Argentina y el Arzobispado de Buenos Aires. Esto generó cierta controversia, pero el estadio continuó funcionando con su lógica habitual, ofreciendo conciertos y espectáculos con el mismo nivel de producción.

La pandemia de COVID-19 en 2020 supuso un duro golpe para la industria del entretenimiento, y el Luna Park no fue la excepción. Sin embargo, lejos de desaparecer, el estadio se renovó: modernizó su equipamiento, ajustó su infraestructura a los nuevos protocolos sanitarios y volvió a abrir sus puertas con una programación que incluye desde artistas emergentes hasta leyendas del rock.

Hoy, el Luna Park sigue siendo un lugar de encuentro para miles de argentinos. A diferencia de otros estadios más modernos o de mayor capacidad, el Luna conserva algo que no se puede replicar: su historia, su mística, su alma.

Para muchos artistas, presentarse en el Luna Park sigue siendo un sueño cumplido. No se trata solo de dar un show, sino de ingresar al panteón de los que han pisado ese escenario mítico. Las luces, el sonido, la cercanía del público, y esa arquitectura inconfundible lo convierten en una experiencia única, tanto para quienes están arriba del escenario como para quienes lo disfrutan desde las tribunas.