POR JAVIER BONET
X: @jabonetprensa
En nuestra historia de hoy, vamos a hablar de un deportista como lo hacemos siempre, pero esta vez no serán el objeto de nuestro escrito sus logros deportivos. Hoy vamos a hablar de algo mucho más importante en la vida: El no olvidarse nunca de donde se viene. Vamos a escribir la historia de un gran jugador de de fútbol, él es Sadio Mané. En esta sección de historia vamos a contar su historia de vida.
El jugador que rechaza los grandes lujos que acostumbran a acompañar a los futbolistas como aviones privados, autos de alta gama o relojes de lujo y que hace un tiempo declarara:
“¿Por qué iba a querer diez Ferraris, 20 relojes de diamantes o dos aviones? ¿Qué harían estos objetos para mí y para el mundo?” “No voy a usar mi dinero para comprarme un Ferrari, ayudaré a mi gente”.
Estas declaraciones coinciden con el ejemplo que ha dado Mané a lo largo de su carrera. El futbolista ha realizado múltiples acciones filantrópicas en su país natal, Senegal, donde vivió una infancia difícil que no duda en recordar. “Pasé hambre, tuve que trabajar en el campo; sobreviví tiempos difíciles, jugué a fútbol descalzo”, señaló en sus declaraciones.
También insistió en su intención de ayudar a que la situación sea diferente para sus compatriotas: “hoy con lo que gano gracias al fútbol, puedo ayudar a mi gente”.
Entre las cosas que quiso destacar el jugador está la construcción de escuelas o un estadio; la entrega de dinero a familias necesitadas; el regalo de camisetas a niños de su pueblo; o el reparto de ropa, zapatos y comida para los más necesitados. Además, de dar 70 euros al mes a toda la gente de una región muy pobre de Senegal para ayudar a su economía familiar”.
Anteriormente, el futbolista con pasado en Liverpool y actualmente en Al Nassr, había financiado un hospital, escuelas, una estación de servicio y una torre de energía cerca de la ciudad donde nació, Bambali.Aportó 50 mil euros al Comité Nacional para la Lucha contra el COVID en Senegal y ofrece internet 4G gratis para todo el pueblo.
Con esto, el jugador quiere reducir las desigualdades sociales y permitir que estas áreas se comuniquen con el resto del país.
Además de los innumerables logros y premios que ha cosechado en su carrera le llegó el momento de uno muy especial y sin dudas muy significativo: Este fue el caso del trofeo Sócrates que premia a aquellos deportistas que se destacan por su acción social.
Así Sadio Mané recibió el galardón por su compromiso con su país, Senegal, y declaró: “Estoy feliz, no me gusta hablar de mi compromiso, pero hago lo que puedo por mi gente y trato de mejorar las cosas en mi país”.A pesar de todos los millones que ha ganado gracias a su esfuerzo nunca ha perdido la humildad ni la conexión con sus orígenes. El nacido en 1992 en Bambali, una ciudad de escasos recursos al sur de Senegal, debió crecer en medio de la pobreza donde desarrolló su talento, aunque sin contar con el apoyo necesario.
Mientras trabajaba para ayudar a su familia se hacía el tiempo para seguir practicando, hasta que cuando cumplió 15 años de decidió a partir a Dakar para tener mejores oportunidades. Allí asistió a una búsqueda de talentos organizada por el Metz francés donde el técnico Olivier Perrin decidió contratarlo, uniéndose a la academia formativa en 2011.
“Yo pasé hambre, trabajé en el campo, sobreviví a tiempos difíciles, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy, con lo que gano puedo ayudar a la gente”. No necesito coches de lujo, casas, viajes ni mucho menos aviones. Prefiero que los míos reciban un poco de lo que la vida me ha dado”, comentó hace algún tiempo.También reflejó su humildad cuando a finales de 2019 llegó junto al plantel del Liverpool al estadio Anfield
sosteniendo un celular con la pantalla quebrada y con audífonos con cable en lugar de unos con conexión inalámbrica. Al ser consultado respondió: “Para lo que lo uso, este sirve”.
Mostrar otras facetas de un gran deportista, no es decir este o aquel son un ejemplo. Sin embargo fue buscar esa imagen inspiradora y descubrir lo que es la palabra “Grandeza” pero “Humana”.